Y entonces cuando llega el momento en que las casualidades son *copadas*. Digo, bah, en realidad no me puedo quejar, pero bueno, ahora decime que no sabías que me quejo de todo. En verano decía que odiaba el calor, porque al calor no hay con que darle y mucho, muchísimo menos a la insoportable amiga humedad. En invierno te abrigás y listo, decía la muy perra. Me olvidaba, me olvidaba de como me pega el invierno. Pero posta, esta semana no me puedo quejar. Me quiero quejar (y te juro por dios que había puesto coger) solamente de que me gustaría que ciertas cosas fueran conceptos universales. Te digo Javi y de toque entendés de quien y de que estoy hablando, ponele. Sería fantástico. Económico.
Y aparte, no sé. No saber como actuar es la cosa mas fea del mundo. Y mucho más no saber que decir.